sábado, 14 de diciembre de 2013

Decrecimiento

Una anécdota omnipresente en la literatura del decrecimiento y que creo da en el clavo de la comprensión de esto del modo de vida esclavo. En una de sus versiones la anécdota se desarrolla en un pueblo de la costa mexicana. Un paisano se halla junto al mar adormilado y  un turista norteamericano entabla conversación con él. El turista pregunta ¿y usted a qué se dedica, en qué trabaja?. Bueno, yo soy pescador. Caramba debe ser un trabajo muy duro. Trabajará usted muchas horas cada día. Si trabajo muchas horas. Cuántas horas trabaja por término medio. Bueno trabajo 3 ó 4 horas. Bueno pues no me parece que sean tantas. ¿Y qué hace usted el resto del día? Mire yo me levanto tarde, pesco 3 ó 4 horitas, luego juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y al atardecer salgo con los amigos a tocar la guitarra y beber unas cervezas. Pero hombre como es usted así, le replica el turista norteamericano. ¿Qué quiere decir? Que por qué no trabaja más. ¿Y para qué? Por que si trabajase más podría conseguir un barco más grande en un par de años ¿Y para qué? Porque al cabo de un tiempo podría abrir una factoría aquí en el pueblo ¿Y para qué? Porque más adelante podría montar una oficina en el Distrito Federal ¿Y para qué? Porque luego podría organizar delegaciones en los Estados Unidos y en Europa ¿Y para qué? Porque las acciones de su empresa cotizarían en bolsa ¿Y para qué? Porque sería usted inmensamente rico ¿Y para qué? Porque al cumplir los 70 años se podría jubilar y venir aquí tranquilamente y levantarse tarde y estar adormilado junto al mar, pescar unas horitas, jugar un rato con sus nietos, dormir la siesta con su mujer y salir por la tarde a tomar unas cervezas con sus amigos. 

Un artículo redactado por un premio Nobel de economía llamado Vasily Leontief. Leontief en ese artículo acometía una comparación entre los sistemas de transporte de los Estados Unidos y de China. Vaya por delante que en este caso la invocación del nombre de China y el de los Estados Unidos no remite a una colisión entre macrosistemas económicos diferentes. Podríamos reemplazar el nombre de China por el de Birmania o el de Tailandia y creo que el argumento conservaría su peso. Bueno. ¿Qué decía Leontief? Los Estados Unidos tienen el sistema de transporte más desarrollado del mundo. Cuentan con el mayor número de kilómetros de autopistas, disponen del mayor número de automóviles, consumen el mayor número de litros de gasolina por habitante y año. Ahora bien cuando se trata de calibrar cómo ese sistema de transporte satisface las necesidades del ciudadano común, uno descubre INME- diatamente que los problemas se manifiestan por todas partes. El ciudadano nortea- mericano medio reside a 55 minutos en coche de su puesto de trabajo. Tiene que madrugar mucho. Se ve inmerso a menudo en gigantescos atascos que dañan sus nervios y provocan daños, como no, también en el medio ambiente. Para muchas veces llegar tarde a trabajar. China proseguía Leontief no aparece en los anuarios estadísticos. Hablo claro de tres decenios atrás. En China prácticamente no hay carreteras, el número de automóviles es muy reducido y el consumo de gasolina prácticamente nulo. Ahora bien. El chino medio reside a 5 minutos en la bicicleta de su puesto de trabajo. Puede dormir una hora más que su homólogo norteamericano. No se ve inmerso en gigantescos atascos que dañen sus nervios y dañan por añadidura el medio ambiente. Para al final las más de las veces llegar a la hora a trabajar. Leontief, claro, remataba con una pregunta: ¿Cuál de esos dos sistemas de transporte era más desarrollado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario