lunes, 23 de junio de 2014

El personalismo de Mounier

El personalismo pretende afrontar cada problema humano en toda la amplitud de la humanidad concreta, partiendo desde la condición material más humilde, hasta la más elevada posibilidad espiritual. En consecuencia, Mounier acentúa las diferencias que separan el personalismo con respecto del moralismo y del espiritualismo:  el espiritualismo y el moralismo son impotentes, porque ignoran las esclavitudes biológicas y económicas. Según Mounier, empero, también el materialismo es impotente y lo es por la razón opuesta: porque olvida las condiciones espirituales.

E. Mounier (1905-1950) defensor de la revolución personalista y comuniaria
Opuesto al moralismo (“cambiad al hombre, y las sociedades sanarán”) y opuesto al marxismo (“cambiad la economía, y el hombre será salvo”), Mounier considera que el individualismo es el peor enemigo del personalismo. Escribe: “El individualismo fue el que construyó la ideología y la estructura dominantes en la sociedad burguesa occidental de los siglos XVII y XIX. Un hombre abstracto, sin relaciones o vínculos con la naturaleza, dios soberano en el seno de una libertad carente de dirección y de medida, que repentinamente manifiesta hacia los demás una actitud de desconfianza, cálculo y reivindicación; instituciones reducidas a garantizar la recíproca convivencia entre los egoísmos o a extraer el máximo rendimiento, asociándolos entre sí en función del lucro; tal es el tipo de civilización que está agonizando ante nuestros ojos, una de las más miserables que se hayan dado a lo largo de las historia.

Moumier considera que el capitalismo es una total subversión del orden económico. El capitalismo es una metafísica de la primacía del lucro, el lucro vive de una doble forma de parasitismo: en perjuicio de la naturaleza, basado en el dinero, y en perjuicio del hombre, basado en el trabajo. El capitalismo consagra la primacía del dinero sobre la persona, del “tener” sobre el “ser”. El dinero en el capitalismo se transforma en el tirano.

Mounier también rechaza el marxismo por diversas razones: 1) porque el marximo es un hijo rebelde del capitalismo, pero continúa siendo hijo suyo, en la medida en que reafirma el primado de la materia; 2) porque el marxismo substituye el capitalismo por otro capitalismo: el capitalismo del estado; 3) porque el marximo profesa un optimismo ante el hombre colectivo que implica un radical pesimismo acerca de la persona.

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