sábado, 9 de agosto de 2014

¿QUIÉN HARÁ LA REVOLUCIÓN? por Alberto Garzón

La sociedad se ha estructurado de formas muy distintas a lo largo de la historia. En términos clásicos se suele decir que la estructura de clases se modifica en relación al cambio en las relaciones de producción o, lo que viene a ser lo mismo, que la tecnología y los cambios políticos modifican la forma en que se relacionan  las personas como colectivos. Bajo el feudalismo la sociedad se organizaba de forma distinta a como lo hacía el capitalismo del siglo XIX o a como lo hace el capitalismo actual. La estructura social de la Rusia zarista no es en absoluto la misma que la estructura social de la Rusia actual o de la Francia de las guillotinas.

Por eso tenemos la obligación de comprender cómo funciona, se estructura y se reproduce el capitalismo actual. Sería impensable esperar que los mineros hicieran hoy la revolución en España, si bien esa hipótesis no era tan improbable en la España de los años treinta. El debate sobre quién debe hacer la revolución sigue abierto.


trabajadores vs capitalistas
Hoy en día tanto los trabajadores, como los capitalistas, se encuentran divididos en intereses y funciones. Mientras los trabajadores de las fábricas de principios del siglo pasado solían mantener un sentimiento de comunidad e identidad compartido, hoy los rasgos comunes entre los trabajadores (de hostelería y de banca, por ejemplo) son mucho menores. Los trabajadores, o la clase trabajadora como un abstracto, se encuentran mucho más fragmentados.

Pero lo mismo le ocurre a los capitalistas. Los intereses de los capitalistas productivos y los capitalistas financieros son muy diferentes, especialmente en las últimas décadas. Recordemos que el capitalista financiero (definido como aquel que presta dinero al capitalista productivo para que éste pueda invertir en actividades de la llamada economía real) viene a compartir parte de la ganancia del capitalista productivo. Es una punción sobre su ganancia; hay una relación contradictoria entre ambos tipos de capitalistas. Por ejemplo, mientras al capitalista financiero le interesa necesariamente un mercado global, liberalizado completamente, al capitalista productivo puede no venirle nada bien esa medida (por la presión a la que se ve sometido por la competencia mundial). De la misma forma, los grandes capitalistas se distinguen perfectamente de los pequeños y medianos capitalistas, algo que puede comprobarse en su forma de organizarse (en España existe la patronal de las grandes empresas -CEOE- y la patronal de las pequeñas y medianas empresas -CEPYME-) y en las demandas que realizan.


conciencia de clase
Muchos trabajadores, a diferencia de los capitalistas, no son conscientes del lugar en el que ocupan en el sistema económico. Han aceptado la ideología dominante que propugna que la sociedad se organiza hoy de la mejor manera posible, estructurada de forma horizontal (sin conflicto capital-trabajo) y que aquí lo que vale es el sálvase quién pueda.
Que los obreros voten a la derecha a pesar de que, atendiendo a los datos históricos y los propios programas, eso les perjudique se debe a su falta de conciencia de clase. En su conciencia sentirse trabajador ha perdido su sentido combativo y de comunidad, y se reduce al significado político de simple consumidor de productos. La preocupación se ha desplazado desde el ámbito comunitario hacia el ámbito individual.

Tras la segunda guerra mundial devino la sociedad de consumo porque el capitalismo se encontraba ante un ciclo alcista derivado de la propia actividad económica que conllevaba reconstruir las diferentes economías del mundo. Los avances de productividad (debidos a la tecnología) se repartían entre salarios y beneficios empresariales en el contexto del llamado compromiso keynesiano. La sensación es de que todos ganaban. Un mundo casi perfecto donde sólo había que reparar algunas ineficiencias de los mercados a través de la intervención estatal.

Con la crisis estructural de los años ochenta el capitalismo entra en una nueva fase en la que se rompe ese compromiso y en el que los beneficios logran despegarse de los salarios y salir más que victoriosos. Pero es entonces donde entra el endeudamiento, para salvar la distancia que separaba los deseos de mantener un ritmo de vida consumista y la realidad de unos salarios en retroceso. El consumo espoleó el crecimiento económico gracias a las burbujas de activos, y el endeudamiento mantuvo la ilusión de que vivíamos en un mundo donde, de nuevo, todos eran ganadores.

La crisis, sin embargo, ha revelado que como en toda la historia de la sociedad humana sigue habiendo ganadores y perdedores. Y la percepción de los trabajadores afortunadamente está cambiando.

Hasta ahora los trabajadores pensaban que el Estado miraba por todos, porque aquellos sin conciencia de clase entendían a la sociedad como una unidad, pero ahora eso es imposible. La rabia crece y se dirige hacia los sectores que salen beneficiados de la crisis y, muy especialmente, a los capitalistas financieros (la banca). Es imposible ya negar que el Estado juega un papel decisivo para determinar quién gana las luchas entre clases sociales.

http://www.agarzon.net/%C2%BFquien-hara-la-revolucion-la-base-social-de-la-izquierda-y-las-clases-
sociales/

Mon Franco: parece que no hay una única respuesta posible a la pregunta formulada en el título, en mi opinión existen varias posibles.


1º El sistema por si mismo colapsará y dará paso a un mundo nuevo.
2º La lucha de clases ya no es posible, la clase trabajadora ha sido integrada en el sistema y no es consciente de su alienación, sólo las clases marginales y sin esperanza lucharán contra el sistema.
3º La historia nos muestra como una clase dominante substituye a otra, en la Revolución Francesa, por ejemplo fué la burguesía ayudada por el pueblo la que se hizo con la hegemonia ideológica al derrotar al Antiguo Régimen aristocratico, esto me hace pensar que sólo una clase nueva emergente podría substituír a la élite-mercantil actual. Esta idea es contraria a la 2ª.

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