viernes, 26 de septiembre de 2014

VINO CON CASERA: CAPITALISMO E IDEOLOGÍA



La gastronomía es un hecho cultural relevante. En ella se puede ver no solo los gustos culinarios de una sociedad determinada sino algo más sobre esa misma sociedad. Efectivamente, la gastronomía de una sociedad nos habla de su economía.  Tratar sobre gastronomía no es desdeñable para comprender a un colectivo humano.

No cabe duda de que hoy en día la gastronomía está de moda: se ha convertido en gran cultura. Cualquiera conoce a alguien que sabe de vinos o de comida japonesa o de las diferentes maneras de servir un gin tonic. Incluso, alguno argumenta sobre cocina deconstruida y vaporizada. Y aquí empieza lo interesante. Porque, sin duda, los gustos culinarios parecen ser libres y absolutamente subjetivos -hay un refrán tradicional que dice sobre gustos no hay nada escrito- pero resulta que todo este hecho gastronómico va en contra de dicho refrán. Y esto es curioso en una sociedad que presenta un discurso de la libertad individual tan potente: parecería que todo es subjetivo menos, curiosamente, cómo servir una ginebra con tónica. O que nadie puede gobernar mi vida excepto un cocinero de moda que me dice qué voy a cenar para luego pagar un precio desorbitado por ello. Así, lo que resulta hoy interesante del estudio de la gastronomía no es tanto ella misma como recetario sino algo distinto: ¿por qué la gastronomía en sí misma está de moda?

Para entender el tema del éxito arrollador de la gastronomía hoy no hay que tener un paladar exquisito o notar los suaves aromas de roble caramelizado en nuestro vino sino analizar el proceso económico. En definitiva, y ya al grano, vamos a defender que la importancia desmedida de la gastronomía es un ejemplo de la ideología en el nuevo capitalismo. Más exactamente aún es un ejemplo de la nueva ideología: la alienación negativa.

El nuevo capitalismo ya no se basa exclusivamente en la explotación del trabajo sino de la vida humana como producción. Así, un ser humano produce mercancía cuando trabaja y cuando consume: todo el tiempo de su vida. La vida humana, y ya no solo el producto de su trabajo, es producción de mercancías y ella misma es mercancía.

¿Por qué la gastronomía y no otra cosa?

 La alienación negativa. 

Todas las ideologías anteriores, incluyendo la alienación en el trabajo clásica del marxismo, consistían en la integración del individuo en la dinámica social perdiendo su subjetividad. Sin embargo, la alienación negativa se presenta, y aquí esta palabra es importante, como lo contrario. Efectivamente, la alienación negativa consiste ya no en la integración social sino en la sublimación, falsa, del yo frente a la sociedad. La alienación negativa  implica que el individuo se siente absolutamente desligado de la sociedad -que en realidad le da la forma como lo que realmente es, pura mercancía- y presenta su yo ante los otros y ante su conciencia como algo absolutamente alejado de la esfera social: algo prístino. El yo vive, presuntamente, independiente a la estructura social y se percibe a sí mismo por encima de ella. Surge así la nueva alienación negativa: el sujeto gana su individualidad quitándole a la objetividad la verdad de su componente. Es una ensoñación que hace a cada individuo creerse irrepetible cuando en realidad está colocado como mera mercancía en la estantería del supermercado real. Es negativa porque lo que resalta es la individualidad, frente a la anterior que perseguía la totalidad, pero es alienación porque el individuo realmente no supera la heteronomía de su existencia ganando autonomía: su única razón suficiente, jugando con el lenguaje filosófico y significando con ello la condición que le hace ser lo que es, es ser mercancía.

Efectivamente, la gastronomía cumple a la perfección ese modelo de alienación negativa que acabamos de presentar.

En primer lugar, la gastronomía, ese "snob" sumiller aficionado, es una exaltación del yo como aventura elitista. Efectivamente, la gastronomía consiste en convertir un acto cotidiano, alimentarse, en un presunto arte. Así, el gastrónomo entra idealmente en una élite de quien come de otra manera frente al común de los mortales que tragamos sin saborear las excelencias de un producto. De esta forma, la pertenencia a una élite garantiza el elemento de la distinción necesario para sentir la supremacía del yo.

En segundo lugar, esto se realiza de forma frecuente. El gastrónomo puede alimentar su ego cada día y en lo cotidiano. Tanto tratándose de la comida en sí como de la conversación informal frecuente sobre la misma, aquel puede destacar con frecuencia y de forma social. Su distinción es, así, habitual.

En tercer lugar, este yo del individuo cree alejarse del entramado social productivo, de eso que se llama consumismo, que se identifica con la comida rápida. Efectivamente, la comida rápida,  rápidamente demonizada, ocupa en la mentalídad ideológica de los individuos la esfera del sistema social de producción capitalista enfrentada a los artistas de los fogones como concepto artesanal y, con ello, angelical. Así, toda la industría capitalista de la gran cocina no se percibe como tal sino como un grupo aficionado y altruista de resistencia a una pérdida de valores tradicionales y bondadosos. Con ello, la influencia de este lobbie de intereses económicos se presenta como un asunto de interés público. De esta forma, el "snob" piensa que su acción escapa del ámbito mercantil, que él identifica erróneamente solo con la industria de la comida rápida, y se aleja de la esfera productiva para formar parte de la espiritualidad.

Así, y por todos estos puntos, el individuo ya ha cumplido con la alienación negativa. Por un lado, su gusto presuntamente excelso y altamente cultural no es más que consumo y con ello producción capitalista. Pero, al tiempo, y por otro, se le presenta subjetivamente como una sublimación suprema de su propio yo sobre la realidad que le rodea. Efectivamente, el "snob" exalta su yo frente a todos esos que comen en las cadenas de comida rápidas, se alimentan de congelados o incluso ¡ Dios mío! le echan casera al vino.

¿Por qué la gastronomía y no el pensamiento de Kant?  

Hay tres respuestas. La primera, es por su sencillez. Para ser un sibarita no hace falta una preparación cultural previa que sin embargo sí se necesitan para Kant -que por eso se reserva para las élites-: es una conformación ideológica de masas. Además, segunda ventaja, la gastronomía implica exaltar lo cotidiano del yo, cada día se come, frente a la cultura que resulta temporalmente extraordinaria.  Por último, y tercera ventaja, la gastronomía en sí misma, y como contenido, nada puede aportar como conciencia de la propia situación social. Así, la gastronomía será siempre más fácil para la alienación negativa que la propia cultura, pero eso nunca implicará que el consumo cultural no sea, a su vez, alienación negativa -ser listo mola- sino que en ese contenido objetivo de la cultura aún puede haber algo diferente.


Y ahora sí acabamos.
Me voy a tomar vino con casera para sentirme yo frente a la sociedad.


3 comentarios:

  1. É onde queda a idea de que desfrutar dunha boa comida é destacar sobre a sociedade? Nom se pode catalogar de snob a todo aquel que quere comer bem...Na minha casa cómese bem...e nom me sinto alienado nem positiva nem negativamente...as cadeas é ás fast food, pois de todo haberá...pero a cultura aliena máis pero a menos persoas que o snobismo gastrónomico(cousa da q procuro arredarme)um bo churrasco é distinto dun churrasco cotidiano malia q todo e carne...pero o momento, a companhía, as razóns da xuntanza...

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    1. El post va de ideología y esta lo impregna todo, es imposible escaparse a la ideología. Las mercancias contienen ideología. Un Gin Tonic con enhebro servido por una camarera que quita el hipo contiene ideología. Chicote gritandole a los cocineros y camareros de un Restaurante en la TV es ideología. La sociedad moderna-racional es contrariamente mucho más irracional que otras épocas. El post no habla de comer bien o comer mal, sino de como la gastronomía (cargada de espiritualidad) sirve para la alineación negativa de la sociedad.

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  2. A gastronomía aliena en canto de toda a vida hubo gente que podía comer bem é gente que comía escaso, eu entendo que canto máis globalizados máis axinha chegas á gente, máis doado é compartir informaciom, máis "masticado" danche todo e volvemonos máis cómodos, menos críticos e máis alienados....pero detrás de toda acciom hai persoas e aí é onde está a única forma de vindicar como organizarnos...deixarse levar nom é uma resposta....mais nom chega só con aacions individuais, necesitan canalizarse en accións colectivas...comer calidade e selecçom é uma forma nom de alienarse negativamente senón tamén de reinvindicar a ideología que debería ter a gastronomía....deleite é saciars uma necesidade...

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