lunes, 27 de octubre de 2014

Ponga un Coach en su vida


El Texto de este artículo pertenece al libro "El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción", de Vicente Verdú.

Nunca como hoy se había vivido una maquinaria envolvente tan empeñada en mostrar una felicidad al alcance de nuestras manos. No ser feliz en este mundo es hoy el auténtico pecado o, como decía Borges, “un error sin excusa”. Antes éramos perdonados gracias a haber sufrido, pero ahora es injustificable o imperdonable no pasarlo bien.  La masificación democrática va unida a la obligación de la felicidad para todos y al júbilo que se considera propio de la cultura del niño. El dolor formaba la conciencia, fortalecía el cuerpo, depuraba los pecados, se ofrecía en canje como sacrificio por bienes procedentes del cielo, pero ahora el dolor ha perdido valor de cambio.

De los norteamericanos es, significativamente, la invención del coach. El coach (acompagnement  profesionelle en Francia; “monitores de técnicas de relajación y desarrollo personal” en España) se ocupa de instruir mentalmente a los sujetos, uno a uno, a cambio de una tarifa y con la finalidad  de ayudarles a ser optimistas y realizar sus deseos. El coaching actúa como una especie de entrenamiento psíquico particular, al igual que se reciben instrucciones singularizadas para mejorar la forma física. […] Si usted desea experimentar una nueva vida, seguro y dichoso, no hace falta esperar: ahora, como los antiguos ángeles de la guarda, llegan los coach.

Un coach puede parecerse a un director espiritual o a un comisario político de hace medio siglo, pero el coach no mistifica, no amonesta, no impone castigos ni fomenta la atrición. No promete nada que no se realice en esta vida y con beneficio tangible (profesional, económico, sexual). Cabe comparar un coach con un psicólogo de empresa, pero su labor es más directa, empírica y breve, porque su prestación no se entretiene en personas con problemas graves sino en “gente normal”, en “todo el mundo”. Es decir, trata a todo el mundo como personal de empresa.

Los coach empezaron trabajando al lado de los yuppies y ahora tratan también a las amas de casa, los jubilados, los periodistas, los brokers. […]Uno de los fundadores del coaching, Thomas Leonard, afirma que en menos de cinco años, todos tendremos  a nuestro lado un coach, una suerte de escolta para evitar la improductividad de la tristeza, el desasosiego del pensamiento crítico, la potencial algarada de la insatisfacción. 

   

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