miércoles, 17 de diciembre de 2014

Lo común

Millones de años de vida en la tierra suministraron a los humanos los conocimientos suficientes y necesarios para sobrevivir, sobrevivir es ser capaz de vivir plenamente una especie cualquiera en un medio determinado.

El medio donde se despliega la vida lo pone la tierra, el universo; las habilidades físicas y mentales, los conocimientos necesarios para desarrollar las habilidades físicas  como las sociales para poder  sortear  con éxito las complicaciones que las relaciones implican, las transmite la especie, y la memoria necesaria para comprender los logros y los errores.

Todo lo dicho y más que no sé y más que no se puede traducir en palabras,  casi un todo, es lo común. Lo común, el medio indispensable para la supervivencia, está siendo privatizado desde que se inició la civilización,  es decir robado al uso y disfrute responsable, (los bienes comunales siempre se usan con responsabilidad pues el expolio es su destrucción)  de la comunidad


Primero algún grupo, dicen antropólogos que neurópata, se colocó por el engaño y la fuerza sobre los demás, empezó a vivir de los demás y a controlarlos, con el invento de la propiedad privada usurparon también el medio. El asalto les ha ocupado miles de años y estamos asistiendo al último acto de apropiación: la desaparición total de los bienes comunales, pues lo que no es conveniente para el poder se borra y se obvia hasta que desaparece de nuestra visión.


El aprovechamiento del bosque era comunal, aportando a los habitantes del entorno: leña, madera, alimento y cama para el ganado, tintes, lámparas, medicinas, etc.
La pérdida de los bienes comunales, (englobaremos aquí toda la tierra, el aire, la atmósfera, y todo lo que está o vive en la tierra, con el poder absoluto para expoliar, modificar o destruir), y la privatización o  patentización de todos los aspectos de la vida, es ya un hecho. Es evidente que nunca es todo, que el mundo de relaciones comunales está en la misma base del capitalismo y de cualquier actividad humana y el hacer comunal es imprescindible para el capitalismo y no tiene capacidad de integrarlo en el mercado (la reproducción, el cuidado, el trabajo fantasma).

Si nos centramos en la especie humana, ha sido despojada ya de su medio donde desenvolver su vida, no es ya un bien comunal, es privado, se les ha impedido por tanto proporcionarse el sustento por sí misma, construirse un techo, procrear y criar a sus cachorros transmitiéndoles  conocimientos y herramientas imprescindibles para su propia supervivencia. Como consecuencia de esa usurpación es una especie sometida, privada de la libertad de desenvolver la vida y obligada a la esclavitud del trabajo.

Parece ser que en nuestros cerebros permanecen aún, a pesar de la larga y exhaustiva domesticación, los conocimientos necesarios para la supervivencia que han permitido nuestra vida, pues son depósitos que se producen muy lentamente y no se modifican caprichosamente. Ahora son precisamente esos saberes e intuiciones de lo justo y necesario los que entorpecen nuestra adaptación al medio capitalista, que al ser contrario a nuestra felicidad y supervivencia, es detectado como una agresión, pero como ya hemos adquirido referencias caracterológicas que nos hacen rechazar esas percepciones, lo racionalizamos aplicándonos los diagnósticos que publicitan a cerca de nuestro individual ser erróneo y lo asumimos como “defectos personales a superar” , cuando en realidad es una señal de alerta máxima ante un peligro real de supervivencia.

Cada comunidad destruida o impedida es un robo del común necesario para la existencia de la especie. La persecución y la desmembración de las comunidades humanas es objetivo principal de los poderes dominantes de todas las épocas, porque es condición necesaria para conseguir sometimiento temeroso y resignado de cada uno y de cada una de nosotros, desmadrado, a,  ya y  por eso débiles. Cada niña arrancada de la teta y desmadrada en instituciones, será una hembra confusa e incapaz de criar y defender sus crías y mucho menos enseñarles la supervivencia autónoma; cada niño arrancado de la teta y desmadrado en instituciones, será un macho confundido, incapaz de tener la seguridad básica para defender y proveer la vida y a desenvolverse en ella.

Cada nueva patente, cada compra es un nuevo robo, cada plan en marcha, cada operación en desarrollo una expoliación del común. Y la vida se va borrando de nuestro día cada vez más y solo percibimos estereotipos convertidos en mercancía.

Cada rastro de vida recuperada, cada hacer fuera del sistema, cada resistencia a someterse es mantener viva la llama de la vida esperando tiempos mejores.


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